domingo, 30 de noviembre de 2008

Me sirve y no me sirve


Me sirve y no me sirve
La esperanza tan dulce, tan pulida, tan triste,
la promesa tan leve, no me sirve.
No me sirve tan mansa la esperanza
La rabia tan sumisa, tan débil, tan humilde,
el furor tan prudente no me sirve. No me sirve
tan sabia tanta rabia.
El grito tan exacto si el tiempo lo permite,
alarido tan pulcro no me sirve.
No me sirve tan bueno
tanto trueno.
El coraje tan dócil la bravura tan chirle,
la intrepidez tan lenta no me sirve.
No me sirve tan fría la osadía.
Si me sirve la vida que es vida hasta morirse,
y el corazón alerta sí me sirve.
Me sirve cuando avanza la confianza.
Me sirve tu mirada que es generosa y firme,
y tu silencio franco sí me sirve.
Me sirve la medida de tu vida.
Me sirve tu futuro que es un presente libre,
y tu lucha de siempre sí me sirve.
Me sirve tu batalla sin medalla.
Me sirve la modestia de tu orgullo posible,
y tu mano segura sí me sirve.
Me sirve tu sendero, compañero.

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Mario Benedetti



sábado, 29 de noviembre de 2008

El pozo seco


Dejé mi copa en el brocal maldito.
Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco,
pero el coro sarcástico del eco
me devolvió multiplicado el grito.
Llegaba tarde: el pozo estaba seco.

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Un gran golpe de viento llenó el pozo,
y, al recorrer su vertical garganta,
en su más honda hondura oí un sollozo,
donde cantaba el agua y ya no canta...

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Brillaba entonces la primera estrella,
pero el anochecer amanecía
cuando me puse a comparar aquella
profunda sed del pozo con la mía.

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Y allí dejé mi copa abandonada,
con un tardío gesto de homenaje
por quien se supo dar sin pedir nada
al que calmó su sed y siguió el viaje...

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Y allí, junto al brocal ennegrecido,
y el cubo roto y la inservible rueda,
comprendí que no cabe en el olvido
la ingratitud de un agua que se ha ido
ni el espanto de un pozo que se queda...

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José Ángel Buesa



jueves, 27 de noviembre de 2008

Tu soledad te defiende


Tu soledad te defiende,
te limitan tus miradas,
que yo sé que tu alma llega
adonde tu vista alcanza,
adonde llegan tus sueños,
adonde tu amor acaba.

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Este viento no es el viento,
es tu soledad alterada,
es tu aire que revuela,
es que alborota tu gracia.

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Son tus ojos que acarician
transparencias y esperanzas,
agua de lagos y ríos,
verdores de esbeltas ramas.

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Es tu soledad valiente,
defensora de tu alma.

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Manuel Altolaguirre



miércoles, 26 de noviembre de 2008

Si muero...


SI MUERO sobrevíveme con tanta fuerza pura
que despiertes la furia del pálido y del frío,
de sur a sur levanta tus ojos indelebles,
de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

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No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,
no quiero que se muera mi herencia de alegría,
no llames a mi pecho, estoy ausente.
Vive en mi ausencia como en una casa.

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Es una casa tan grande la ausencia
que pasarás en ella a través de los muros
y colgarás los cuadros en el aire.

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Es una casa tan transparente la ausencia
que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.

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Pablo Neruda



martes, 25 de noviembre de 2008

¡Ay del triste!


¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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La esperanza es de los cielos
precioso y funesto don,
pues los amantes desvelos
cambian la esperanza en celos
que abrasan el corazón.

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Si es cierto lo que se espera,
es un consuelo en verdad;
pero siendo una quimera,
en tan frágil realidad
quien espera desespera.

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José Zorrilla



lunes, 24 de noviembre de 2008

Nieve nocturna


¿Es que puede existir algo antes de la nieve?
Antes de esa pureza implacable,
implacable como el mensaje de un mundo
que no amamos, pero al cual pertenecemos
y que se adivina en ese sonido
todavía hermano del silencio.
¿Qué dedos te dejan caer,
pulverizado esqueleto de pétalos?
Ceniza de un cielo antiguo
que hace quedar sólo frente al fuego
escuchando los pasos del amigo que se fue,
eco de palabras que no recordamos,
pero que nos duelen, como si las fuéramos a decir de nuevo.
¿Y puede existir algo después de la nieve?
Algo después
de la última mirada del ciego a la palidez del sol,
algo después
que el niño enfermo olvida mirar la nueva mañana,
o mejor aún, después de haber dormido como un convaleciente
con la cabeza sobre la falda
de aquella a quien alguna vez se ama.
¿Quién eres, nieve nocturna,
fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo?
¿O qué importa quién eres?
Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos,
no recordar nada, no preguntar nada,
desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio.

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Jorge Teillier



domingo, 23 de noviembre de 2008

Muerte mía (Del libro Secreta isla)


La muerte no es quedarme
con las manos ancladas
como barcos inútiles
a mis propias orillas,
ni tener en los ojos,
tras la sombra del párpado
el último paisaje
hundiéndose en sí mismo.

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La muerte no es sentirme
fija en la tierra oscura
mientras mueve la noche
su gajo de luceros,
y mueve el mar profundo
las naves y los peces,
y el viento mueve estíos,
otoños, primaveras.

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¡Otra cosa es la muerte!

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Decir tu nombre una
y otra vez en la niebla
sin que tornes el rostro
a mi rostro, es la muerte.
Y estar de ti lejana
cuando dices "La tarde
vuela sobre las rosas
como un ala de oro".

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La muerte es ir borrando
caminos de regreso
y llegar con mis lágrimas
a un país sin nosotros
y es saber qué pregunta
mi corazón en vano
por tu melancolía

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Otra cosa es la muerte.

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Meira Delmar



sábado, 22 de noviembre de 2008

El sobrio y el glotón


Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.

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La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero.
Estando de Enero a Enero
Débil y enteco el segundo.

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«¿Por qué el tragón dijo un día
Comiendo yo mucho más
Tú mucho más gordo estás?
No lo comprendo a fe mía.»

__

«Es le replicó el frugal
Y muy presente lo ten,
Porque yo digiero bien,
Porque tú digieres mal.»

__

Haga de esto aplicación
El pedante presumido
Si porque mucho ha leído
Cree tener instrucción,

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Y siempre que a juzgar fuere
La regla para sí tome:
No nutre lo que se come
Sino lo que se digiere.

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Concepción Arenal



viernes, 21 de noviembre de 2008

Glosa a la soleá


-Menos faltarle a mi mare
to te lo consiento, serrana
menos faltarle a mi
mare
que a una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle.
¡Vete, vete! si no te tié cuenta.-

__

¿Te acuerdas de aquella copla
que escuchamos aquel día
sin saber quién la cantaba
ni de qué rincón salía?
Pero qué estilo, qué duende,
qué sentimiento y qué voz,
creo que se nos saltaron
las lágrimas a los dos.
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi
mare
que a una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle".
No vayas a figurarte
que esto va con intensión.
Tú sabes que por ti tengo
grabao en mi
corasón
el queré más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios uno y trino
le entregó de compañera.
Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare".
Y me
enterao casuarmente
de que le faltaste
ayé
y mí nadie me lo ha dicho,
nadie, pero yo lo sé.
Yo tengo entre dos amores
mi
corasón repartío
si me encuentro a uno llorando
es que el otro le ha ofendío;
y mira, yo no me quejo
de tus caprichos constantes.
¿Quieres un vestío? ¡catorse!
¿quieres un reló? ¡de brillantes!
Ni me importa que la gente
vaya de mí murmurando
que si soy pa ti un juguete,
que si me has quitao er mando,
que en la diestra y la siniestra
tienes un par de agujeros
por donde se va a los baños
el río de mis dineros...
¡Y a mí qué... !
Con tal de que de mi vera
tú nunca te desepares
toíto te lo consiento
menos faltarle a mi madre.
Porque ese mimbre de luto
que no levanta su voz
que en seis años no ha
tenío
contigo ni un sí ni un no;
que anda como una pavesa,
que no gime ni suspira,
que se le llenan los ojos
de gloria cuando nos mira,
que me crió con su sangre,
que me llevaba la mano
para que me santiguara
como todo fiel cristiano
y a las candelas del hijo
consumió su
juventú
cuando era cuarenta
veses
mucho más guapa que tú.
Tienes que haserte a la cuenta
que la has visto en los
artare
y jincarte de rodillas
antes de hablarle a mi mare;
porque el amó que te tengo
se lo debes a su amó,
que yo me casé contigo
porque ella me lo mandó.
Conque a ver si tu
consiensia
se aprende esta copla mía
mu semejante a aquer cante
que escuchamos aquer día
sin sabé quién lo cantaba
ni de qué rincón salía:

__

-Desde la cuna...
a mi mare de mi alma
la quiero desde la cuna,
¡por Dios! no me la avasalles
que mare no hay más que una
y a ti te encontré en la calle.-

____

Rafael de León



jueves, 20 de noviembre de 2008

Reír llorando


Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»
Y el cómico reía.

__

Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.

__

Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

__

»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».

__

—Viajad y os distraeréis.
—¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid!
—¡Noble he nacido!

__

—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
—Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho... mucho...

__

—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.

__

—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.

__

—¿A Garrik?
—Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.

__

—¿Y a mí, me hará reír?
—¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.

__

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

__

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!

__

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.

__

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.

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Juan de Dios Peza



miércoles, 19 de noviembre de 2008

La orilla del mar


No es agua ni arena
la orilla del mar.

__

El agua sonora
de espuma sencilla,
el agua no puede
formarse la orilla.
Y porque descanse
en muelle lugar,
no es agua ni arena
la orilla del mar.

__

Las cosas discretas,
amables, sencillas;
las cosas se juntan
como las orillas.

__

Los mismo los labios,
si quieren besar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

__

Yo sólo me miro
por cosa de muerto;
solo, desolado,
como en un desierto.

__

A mí venga el lloro,
pues debo penar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

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José Gorostiza



lunes, 17 de noviembre de 2008

Hubo un tiempo... ¿Recuerdas?


Hubo un tiempo... ¿recuerdas? su memoria
Vivirá en nuestro pecho eternamente...
Ambos sentimos un cariño ardiente;
El mismo, ¡oh virgen! que me arrastra a ti.

__

¡Ay! desde el día en que por vez primera
Eterno amor mi labio te ha jurado,
Y pesares mi vida han desgarrado,
Pesares que no puedes tú sufrir;

__

Desde entonces el triste pensamiento
De tu olvido falaz en mi agonía:
Olvido de un amor todo armonía,
Fugitivo en su yerto corazón.

__

Y sin embargo, celestial consuelo
Llega a inundar mi espíritu agobiado,
Hoy que tu dulce voz ha despertado
Recuerdos, ¡ay! de un tiempo que pasó.

__

Aunque jamás tu corazón de hielo
Palpite en mi presencia estremecido,
Me es grato recordar que no has podido
Nunca olvidar nuestro primer amor.

__

Y si pretendes con tenaz empeño
Seguir indiferente tu camino...
Obedece la voz de tu destino
Que odiarme puedes; olvidarme, no.

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Lord Byron



domingo, 16 de noviembre de 2008

El pasajero


¡Tengo rota la vida! En el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que lo obsede.

__

Quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.

__

¿Dónde la verde quiebra de la altura
con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde gozar de la visión tan pura

__

que hace hermanas las almas y las flores?
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?

____

Ramón María del Valle Inclán



viernes, 14 de noviembre de 2008

Por volverlo a escuchar


Urgente la presencia te reclamo,
eje te quiero de mí todavía,
la espuma de tu orilla por la mía
ascendiendo sedienta tramo a tramo.

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Prolongado oleaje del te amo
que de mi playa aleje la agonía.
Por volverlo a escuchar deshojaría
hasta el último sueño de mi ramo.

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Vuelve y vuelve otra vez, vuelve a cantarme,
repíteme el compás a cada hora,
quédate detenido en mi presente.

__

Hoy sé que una campana va a sonarme
anunciando la vuelta de otra aurora
la razón de esta lucha por mi frente.

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Concha Lagos



jueves, 13 de noviembre de 2008

La siesta


En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.

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Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

__

Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso...

__

Murmura luego su nombre: nadie contesta...
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!

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 Joaquín y 
Serafín Álvarez Quintero


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Todo lo sacrifico a tu memoria...


Todo lo sacrifico a tu memoria:
los acentos de la lira inspirada,
el llanto de una joven abrasada,
el temblor de mis celos. De la gloria
el brillo, y mi destierro tenebroso,
lo bello de mis claros pensamientos
y la venganza, sueño tormentoso
de mis encarnizados sufrimientos.

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Adonis Alexandr Pushkin



martes, 11 de noviembre de 2008

El pensamiento olvidado


Pensar en tu mirada y en mi olvido
dejando el pensamiento dilatado
a través de tus ojos, anegado
de su mismo vivir con tu sentido;

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después mirar tu olvido que en mí asoma
como una rosa que al espacio diera
leve prolongación y luego fuera
la propia luz que toca con su aroma,

__

es entregarme a ti sin más denuedo
que la lucha del cuerpo contra el viento,
y contigo soñando estar tan quedo

__

como náufrago mar o vano intento:
porque ya que pensarte en mí no puedo,
dejo olvidado en ti mi pensamiento.

__

Alí Chumacero