martes, 11 de octubre de 2011

La virtud del egoísmo



Si anoche no estuve, Flora,
a adorar tu talle hermoso,
es porque soy virtuoso
y me da sueño a deshora.
¡Pecadora!
Ya le contaré a tu madre
que, porque amo mi quietud
y salud,
dijiste hoy a mi compadre:
«¡Qué egoísta es la virtud!»
¿Cómo he de ir con fe no escasa
a ver tus ojos serenos,
si hay cien pasos por lo menos
desde mi casa a tu casa?
Y, ¿qué pasa
al hallarnos frente a frente?…
¿Qué?… Tú mientes sin guarismo;
yo lo mismo.
El no ir, por consiguiente,
¿es virtud o egoísmo?
Verbi gratia, el otro día,
al verte de mi amor harta,
puse un bostezo de a cuarta
entre un «paloma» y un «mía» .
Es falsía
la de bostezar amando;
mas si hoy, con más pulcritud
y quietud,
no he ido a amar bostezando,
¿fue egoísmo o fue virtud?
Desde hoy no vuelvo a tu edén
a tomar, Flora, el sereno:
si es por egoísmo, bueno;
y si es por virtud también.
Sí, mi bien:
esto haré por mi salud,
aunque diga tu cinismo
que es lo mismo
la gloria de la virtud
que el triunfo del egoísmo.

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Ramón de Campoamor



Reseña biográfica

Poeta español nacido en Navia, Asturias, en 1817. Gozó, en su tiempo, de gran estima y popularidad. Su obra, no obstante, no superó la revisión de valores efectuada por las generaciones del modernismo y la del 98. En cambio, refleja fielmente las corrientes intelectuales de la época, tales como el positivismo o el tradicionalismo religioso.
Aficionado a la Medicina, se matriculó en el Colegio de San Carlos, pero no tardó mucho tiempo en revelarse en Campoamor su verdadera vocación de poeta; abandonó los estudios académicos, decidido a consagrarse a la Literatura. Se pasaba largas horas en la Biblioteca Nacional leyendo y estudiando las obras de los clásicos españoles y universales. Mientras tanto frecuentaba las tertulias literarias y se había dado a conocer con la publicación de algunas poesías que merecieron elogios.
Sus primeras obras fueron un tomo de Fábulas y otros dos titulados Ternezas y flores (1840) y Ayes del alma (1842). Eran versos fáciles y sentimentales que valieron a nuestro autor el dictado de "poeta de las damas". Muy joven aún, manifestó sus ideas políticas con la publicación de una serie de cuadernos que tituló Historia crítica de las Cortes reformadoras (1837). Pronto entró en la carrera burocrática; se adscribió al partido moderado de Romero Robledo y desde tal posición luchó contra los fundamentos del partido democrático de Castelar. A fines de 1847, el conde de San Luis le nombró jefe político de Castellón de la Plana, y más tarde fue gobernador civil de Alicante y de Valencia (1584).
Murió en Madrid, en 1901.