viernes, 19 de octubre de 2007

Triste, muy tristemente...


Un día estaba yo triste, muy tristemente
viendo cómo caía el agua de una fuente.

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Era la noche dulce y argentina. Lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.

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Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.

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Rubén Darío