jueves, 17 de abril de 2008

Soneto IV


Si las penas que dais son verdaderas,
como lo sabe bien el alma mía,
¿por qué no me acaban? y sería
sin ellas el morir muy más de veras;

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y si por dicha son tan lisonjeras,
y quieren retoçar con mi alegría,
decid, ¿por qué me matan cada día
de muerte de dolor de mil maneras?

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Mostradme este secreto ya, señora,
sepa yo por vos, pues por vos muero,
si lo que padezco es muerte o vida;

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porque, siendo vos la matadora,
mayor gloria de pena ya no quiero
que poder alegar tal homicida.

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Cristóbal de Castillejo