miércoles, 14 de noviembre de 2012

Poema de los besos



Y ante mi abrazo te sentí rendida...
Y ante tu sumisión, mis besos sabios
pusieron a temblar entre tus labios
ansias de amor y de placer y vida...

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Fue un instante no más, uno de esos
siglos-instantes que el amor nos brinda,
prometiéndole un lauro al que se rinda
primero en la batalla de los besos...

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Lo ves, mujer... No cabe en la materia
la espiritualidad de lo insensible;
todo es vencido ante el irresistible
empujón de la carne y su miseria…

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Y te sentí temblar como la fronda
al soplo tibio de la brisa vaga,
cuando en su trino el ruiseñor divaga
y peina el sol su cabellera blonda...

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Y te sentí temblar como la onda
que su quietud sobre la arena apaga,
y como el ave que sin rumbo vaga
y un circulo invisible traza y ronda.

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Y te sentí languidecer al peso
de mis labios, al peso de un gran beso
que perfumó en tus labios a un suspiro,

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tal como languidece en la laguna
un cisne enamorado de la Luna,
al no hallarla en el cielo de zafiro...

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Y te sentí latir, tal como late
al manotazo del ciclón la hoja,
como en la espada late, humeante y roja,
la sangre que bebiera en el combate;

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tal como el sauce que su frente abate
cuando la nube en su aflicción lo moja,
o como el océano que se enoja
y en el escollo solitario bate.

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Y te sentí vencida, con el lento
y anhelado y temido vencimiento
del sol, cuando la Noche abre la puerta

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del negro templo de su Dios ignoto;
y te sentí dormida, como un loto
en la serenidad de un agua muerta...

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Y te sentí anhelante y temblorosa
cual la irisada espuma de un torrente;
como un lucero en la región silente,
insinuando una seña misteriosa;

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cual la palma que agita, rumorosa,
su abanico de jade, lentamente,
como despunta en un jardín durmiente
el milagro de gracia de una rosa;

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y cual la cierva cuando la acorrala
la jauría, cual ave moribunda
que pliega triste su ya inútil ala,

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y adoré tu sensual melancolía
llena de rendición meditabunda,
¡y te sentí profundamente mía!

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José Ángel Buesa



Reseña biográfica           
 
Poeta cubano nacido en Cienfuegos en 1910 y fallecido en el exilio, en Santo Domingo cuando tenía 82 años.
Publicó su primer libro de poesías a los 22 años de edad, y continuó con una producción constante que se difundió ampliamente por todos los países de habla hispana. Entre sus libros más conocidos, se cuentan «La Fuga de las Horas», «Oasis», y «Poeta Enamorado».