lunes, 17 de septiembre de 2012

Flor de un día



Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.

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En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.

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Mas despertaste tú mis ilusiones
con embusteras frases de cariño,
y dejaron su tumba las pasiones,
y te entregué mi corazón de niño.

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No extraño que quisieras provocarme,
ni extraño que lograras encenderme;
porque fuiste capaz de sospecharme,
pero no eres capaz de comprenderme.

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¿Me encendiste en amor con tus encantos,
porque nací con alma de coplero,
y buscaste el incienso de mis cantos?
¿Me crees, por ventura, pebetero?

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No esperes ya que tu piedad implore,
volviendo con mi amor a importunarte;
aunque rendido el corazón te adore,
el orgullo me ordena abandonarte.

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Yo seguiré con mi penar impío,
mientras que gozas envidiable calma;
tú me dejas la duda y el vacío,
y yo, en cambio, mujer, te dejo el alma.

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Porque eterno será mi amor profundo,
que en ti pienso constante y desgraciado,
como piensa en la vida el moribundo,
como piensa en la gloria el condenado.

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Antonio Plaza Llamas



Reseña biográfica

Nació en San Juan del Llano, municipio de Apaseo el Grande, estado de Guanajuato, en 1833.
Amante de la libertad, se formó en estudios religiosos y jurídicos en el Seminario Conciliar de la ciudad de México.
Fue arduo defensor de la Constitución de 1857, difundiendo las nuevas ideas desde los periódicos de la época: “La Luz de los Libres”, “La Idea”, “El Horóscopo” y “El Constitucional”, reflejaron sus convicciones, en muchas de sus líneas.
Pero no solamente peleó desde el papel. Participó del frente de batalla, como Teniente Coronel, del cual se retiró en 1861, con un pie mutilado por una bala de cañón.
Escribió muchos poemas, entre los cuales se destacan: “A Inés Nataly”, “A Loreto”, “A Rosa”, “A una actriz”, “Hojas secas”, “Lejos de ti”, “No te olvido”, “Una lágrima”, “A Baco” y “Abrojos”.
Fue sencillo, pobre, soñador y luchador empedernido. Tuvo tres hijos, quienes no heredaron de su padre nada material.
Su fallecimiento se produjo el 26 de agosto de 1882, en Ciudad de México. Sus restos descasan en el panteón del Tepeyac (Villa de Guadalupe).