Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
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Mi corazón ardía
en medio de las llamas,
rodeado de fechas,
¡cenizas de mi alma!
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Los abrazos crujían,
los besos se quejaban,
y los dulces "¡te quiero!"
de tinta y de esperanza,
en una pirueta
de fuego, se rizaban.
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Como una serpentina,
tu nombre se alargaba,
y era un puente la firma
sobre un río de brasas
que, silenciosamente,
sin voz, se desplomaba.
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Esta noche de agosto
he quemado tus cartas...
¡Ocho años de vida apasionada!
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Rafael de León