domingo, 9 de noviembre de 2008

Duermes...


Duermes. Mi mano toca sueño. Duermes.
Gozo de tu inocencia confiada,
de tu implícita forma en esa noche
que hace tan suya con amor la mano.

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Te siento dormir sin verte,
serenísima, sagrada,
nunca imagen de la muerte,
y oponiéndote a la nada
triunfar como piedra inerte.

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La delicada masa de tu sueño
se espesa junto a mí, sin paz nocturna,
que así convive con la invulnerable,
cuyo retorno al despertar es siempre
la súbita inmersión en nuestra dicha.

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Sumido en un calor de dos, el sueño
relaja su clausura, casi abierta
dulcemente hacia el día aún isleño.
Calor, amor.
La historia tras la puerta.

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Jorge Guillén



 
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