

cuando empezaba la siembra
en aquellos surcos de oro
a la orilla de la sierra.
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Pero seguimos los pájaros
y llegamos a una aldea
donde los rapsodas tristes
contemplaban las estrellas.
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Allí, tu boca fue dulce
y tu mirada fue tierna,
y tus bellos ojos claros
libres de toda sospecha.
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¡Cuán quietos ahí estuvimos!
Y nuestras voces… ¡Cuán trémulas!
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Aún pasaba el aguador
por el borde de la acequia,
el viento aún sacudía
suavemente las caléndulas.
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Aún subían mis versos
por un aceite de almendras
y con astrales fulgores
le daban brillo a tu trenza.
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Todavía por la noche
con tus manitas de cera
sujetabas los atados
a los picos de cigüeñas.
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¡Y la nube crecía grande!
¡Y tu imagen crecía inmensa!
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Las gaviotas se convierten
en sombra sobre la arena
cuando ya nadie las busca,
cuando nadie las recuerda.
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La gracia de los pastores
se cautiva ante la hoguera
y en las plumas fulgurantes
de gran colibrí se aleja.
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Mi palabra sube al cielo
ondeando cual bandera
y tus ojos no la miran,
y en el sol ella se quema.
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Humberto Garza Cañamar

Poeta mexicano nacido en Montemorelos, Nuevo León en 1948.
Incursionó en la poesía a los doce años de edad, y tres años más tarde emigró con su familia a Estados Unidos, estableciéndose en Houston, Texas, donde reside desde entonces.
Su poesía refleja la influencia que en él han ejercido renombrados autores mexicanos, españoles y norteamericanos, como Acuña, García Lorca y Poe, entre otros.Sus trabajos han sido difundidos en importantes publicaciones literarias y radiales. Parte de su obra está contenida en la edición de su primer libro «Un tiempo escondido», publicado en el año 2003.