sábado, 5 de diciembre de 2009

Pasando yo una mañana...


Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-«Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?»

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Contesté yo a sus preguntas:
-«Me voy para Sotos Albos»
Dijo: -«¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.»

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Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -«¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.»

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Díjele: -«¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la jornada!
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.»
Me repuso: -«Entonces torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.»

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Y la Chata endiablada,
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la cayada
y, volteando su honda,
dijo afinando el pedrero:
-«¡Por el Padre verdadero,
tú me pagas hoy la ronda!»

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Nieve había, granizaba,
hablóme la Chata luego
y hablando me amenazaba:
-«¡Paga o ya verás el juego!»
Dije yo:-«¡Por Dios, hermosa,
deciros quiero una cosa,
pero sea junto al fuego!»

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-«Yo te llevaré a mi casa
y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa
y te daré pan y vino.
Pero ¡a fe!, promete algo
y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!»

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Yo, con miedo y arrecido,
le prometí un garnacha
y ofrecí, para el vestido,
un prendedor y una plancha.
Dijo: -«Yo doy más, amigo.
¡Anda acá, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!».

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Cogióme fuerte la mano
y en su pescuezo la puso,
como algún zurrón liviano
llevóme la cuesta ayuso.
-«¡Desgraciado!, no te espantes,
que bien te daré que yantes
como es en la tierra uso.»

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Me hizo entrar mucha aína
en su venta, con enhoto;
y me dio hoguera de encina,
mucho conejo de Soto,
buenas perdices asadas,
hogazas mal amasadas
y buena carne de choto.

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De vino bueno un cuartero,
manteca de vacas, mucha,
mucho queso de ahumadero,
leche, natas y una trucha;
después me dijo: -«¡Hadeduro!,
comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha.»

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Cuando el tiempo fue pasando,
fuime desentumeciendo;
como me iba calentando
así me iba sonriendo.
Observóme la pastora;
dijo: -«Compañero, ahora
creo que voy entendiendo».

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La vaqueriza, traviesa,
dijo: -«Luchemos un rato,
levántate ya, de priesa;
quítate de encima el hato» .
Por la muñeca me priso,
tuve que hacer cuanto quiso,
¡creo que me fue barato!

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Juan Ruiz - Arcipreste de Hita



Reseña biográfica

Poeta español, vivió a mediados del siglo XIV, de acuerdo a los datos cronológicos de las publicaciones de sus libros, nunca pudo concretarse el año de nacimiento ni el de su muerte, ni siquiera pudo ubicarse el lugar exacto de su nacimiento, sospechando unos que fue Alcalá de Henares y otros la ciudad de Guadalajara.
Por algunos datos sabemos, o, por lo menos, tenemos suficientes indicios para formar un juicio sobre su vida y famosa obra, El Libro de Buen Amor. Según algunos historiadores parece ser que lo escribió en la cárcel, durante los doce o trece años que duró el castigo impuesto por el poderoso arzobispo cardenal de Toledo, don Gil, quien, a su vez, fue consagrado por uno de los papas espurios de Avignon que hubo en aquel tiempo.