miércoles, 22 de octubre de 2008

La carne hecha verbo


Como la araña hembra devora al macho
en la noche tejida,
así quisiera que cayeras
a la hora exacta del deseo.
Y así solos haremos el rito dionisíaco del amor
sin importarnos que las campanas callen,
que el viento gima con su quilla quebrada,
que las gaviotas pierdan su brújula en los mares
y la noche se estrelle en un alba imprevista.
Nosotros entre tanto
estaremos levantando un mundo tejido a besos
bebiendo a bocanadas tú mi azúcar
yo tu sal,
para después en la húmeda arena del placer
reinventar el deseo
porque siempre habrá una piel nueva,
otra saliva dulce para beber los labios
y la verdad de la carne hecha verbo
en la palabra amor.

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Beatriz Zuluaga