miércoles, 16 de mayo de 2012

Amor no es voluntad, sino destino...



Amor no es voluntad, sino destino
de violenta pasión y fe con ella;
elección nos parece y es estrella
que sólo alumbra el propio desatino.

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Milagro humano es símbolo divino,
ley que sus mismas leyes atropella,
ciega deidad, idólatra querella,
que da fin y no medio a su camino.

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Sin esperanza, y casi sin deseo,
recatado del propio pensamiento,
en ansias vivas acabar me veo.

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Persuasión eficaz de mi tormento,
que parezca locura y devaneo
lo que es amor, lo que es conocimiento.

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Juan de Tassis y Peralta-Conde de Villamediana



Reseña biográfica

Nació en Lisboa en 1582, descendiente de la familia de los Torriani e Tassi, originaria de Bérgamo (Italia), cuya nobleza remontaba hasta el siglo X.
Don Juan se casó en 1601 con Dª Ana de Mendoza y de La Cerda, sobrina del Duque de Medinaceli, de gran linaje, descendientes de los reyes de Castilla, y sexta nieta del célebre Marqués de Santillana, gran magnate y poeta. Ana le dio un hijo varón que se malograría poco después, y andando el tiempo fallecería ella sin haberle dado más hijos.
Amigo de Lope de Vega, de Luis de Góngora y Argote, capellán del Rey Felipe III, y de Argensola, el Conde de Villamediana manifestó desde muy joven una gran inclinación por las Letras.
Desterrado de la corte por sus amores escandalosos con la Condesa del Valle, estuvo en Génova dónde brilló como poeta y jugador empedernido.
Se ganó el favor de Felipe IV al servir de intermediario para conseguir los íntimos favores de Doña Francisca de Távora, aristocrática hija de una linajuda familia portuguesa, figurando así ésta como la primera aventura extramatrimonial del monarca.
Empezó a reemplazar al valido del rey el conde duque de Olivares. Sin embargo, los rumores de su enamoramiento por la Reina Isabel, a la que bombardeó con sonetos de amor y que circularon por todo Madrid, alimentados por las malévolas intenciones de sus enemigos, despertaron la desconfianza del Rey.
La Inquisición, en 1622 le abrió un proceso secreto por sodomía con esclavos negros y se conjetura que el rey Felipe IV, ordenó su asesinato para evitar el escándalo.
Fue asesinado por ballesteros reales que quedaron impunes a causa de la alta protección de que gozaban, se le sepultó en la bóveda de la capilla mayor del Convento de San Agustín, en Valladolid.
Los promotores o autores intelectuales del crimen fueron Felipe IV a través del Conde-Duque de Olivares, el momento en que ocurrió, iba en un coche por la Calle Mayor de Madrid.