De los aceites,
cuál,
sino ese claro
que brota en la palabra
bien prensada,
que escurre,
cuando gusta,
doradora,
la gota,
la primera,
y es entonces
un ebrio resbalar siempre hacia arriba,
dispuestos a ceder,
y en la obediencia
suave, femenina,
de dejarnos llevar luego hacia dentro
donde giran las raras
luces raras,
y una hermética flor
que huele más.
Qué aventura
mejor
que este soltarnos
con el aceite fino
del idioma
en busca de esa flor,
la misma y sola,
la de ayer,
que no hay otra
y es de todos, y aquí
el uno ya le toma
el pétalo más tierno,
y otro da
con el redondo aroma,
y un tercero
como al descuido coge
su entera envergadura,
y la flor
todavía
-qué mejor aventura-
toda está para aquel que llega luego,
completa y renovada,
y ese viene y le roba
la corola también y no se acaba
en el darse,
y se da,
para ti
y para mí,
la recóndita flor,
la en alto toda.
La nunca averiguada,
esa es la nuestra,
la de las aspas duras,
la llena
de peligros
-qué mejor aventura-,
la del colmo y la rueda,
la que sabe librarnos,
la rosa montaraz,
la exhaladora.
Yo la quise traer,
sólo el viento la lleva.
(de Cantar de ciego)
6666
Vicente Gallego
cuál,
sino ese claro
que brota en la palabra
bien prensada,
que escurre,
cuando gusta,
doradora,
la gota,
la primera,
y es entonces
un ebrio resbalar siempre hacia arriba,
dispuestos a ceder,
y en la obediencia
suave, femenina,
de dejarnos llevar luego hacia dentro
donde giran las raras
luces raras,
y una hermética flor
que huele más.
Qué aventura
mejor
que este soltarnos
con el aceite fino
del idioma
en busca de esa flor,
la misma y sola,
la de ayer,
que no hay otra
y es de todos, y aquí
el uno ya le toma
el pétalo más tierno,
y otro da
con el redondo aroma,
y un tercero
como al descuido coge
su entera envergadura,
y la flor
todavía
-qué mejor aventura-
toda está para aquel que llega luego,
completa y renovada,
y ese viene y le roba
la corola también y no se acaba
en el darse,
y se da,
para ti
y para mí,
la recóndita flor,
la en alto toda.
La nunca averiguada,
esa es la nuestra,
la de las aspas duras,
la llena
de peligros
-qué mejor aventura-,
la del colmo y la rueda,
la que sabe librarnos,
la rosa montaraz,
la exhaladora.
Yo la quise traer,
sólo el viento la lleva.
(de Cantar de ciego)
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Vicente Gallego