El cuerpo en que yo vivíanunca supo de mi cuerpo.
Nada preguntó por él
y de mí salió sin verlo.
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Llegó a una fuente. En sus aguas
vio la flor azul del cielo:
-Di, ¿cómo te llamas, flor?...
-Nombre soy de tu silencio.
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Nada entendió. Subió al monte
de la soledad. El viento,
se desnudaba en la cumbre
de Dios, todo su misterio.
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-Di, viento: ¿cuál es tu nombre?...
-Nombre soy de tu silencio.
Y dos águilas volaron,
resbalando, hasta mi sueño.
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Siguió mi cuerpo tras ellas,
olvidándose en su vuelo,
de sí mismo, y nuevamente
entró en mí, sin yo saberlo.
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¿Y está en mí?... (Busco su nombre;
pero al buscarlo, me pierdo
dentro del mundo que trajo
mi cuerpo hasta mi silencio.)
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«¿Lleno de ti mismo estás
y buscas nombre a tu cuerpo?»,
siento que un rumor me canta,
quebrando, en mí, dos reflejos...
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Llamo en él y en él estoy.
Salgo de mí y en él entro...
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¡Aún no conozco mi nombre
pero sé que lo navego!
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Emilio Prados
