Tendida en la madrugada,la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.
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Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.
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Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.
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Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,
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y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.
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¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!
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Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.
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Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
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El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero...
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Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
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Nicolás Guillén
