sábado, 20 de diciembre de 2008

Soneto con sed


Leyendo un libro, un día, de repente,
hallé un ejemplo de melancolía:
Un hombre que callaba y sonreía,
muriéndose de sed junto a una fuente.

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Puede ser que, mirando la corriente,
su sed fuera más triste todavía;
aunque acaso aquel hombre no bebía
por no enturbiar el agua transparente.

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Y no sé más. No sé si fue un castigo,
y no recuerdo su final tampoco
aunque quizás lo aprenderé contigo;

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yo, enamorado, soñador y loco,
que me muero de sed y no lo digo,
que estoy junto a la fuente y no la toco.

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José Ángel Buesa