sábado, 9 de enero de 2010

La estación perenne


Tu cuerpo desnudo brilla bajo los relámpagos
como antes bajo mis manos.
Todas las estaciones están en tu cuerpo.
La primavera comienza su esplendor en tu abrazo
y concluye en tu boca estreabierta, exultante.
Todos los ríos del mundo están en tu cuerpo,
confluyen en ti en el momento
en que el animal más bello del bosque
-el ciervo, por ejemplo-
bebe de ti y se contempla.
Tu piel es de límite del fuego
donde se refugia el ardor del verano.
Rojas llamas te inundan.
Se mezclan los elementos y tu cuerpo se curva,
hay más aire en tu boca y mi cuerpo sediento
busca en ti salida, la libertad, los deseos.
Se anudan en ti los olivos del mundo
y ardes como una lámpara.
Somos un cuerpo solo luchando contra la muerte.
El otoño se riega en tu cuerpo como vino rojo en la mesa.
Tus muslos descansan en el borde del mundo.
Vuela una paloma de tu pecho a mis manos.
Después miramos los dos, de alegría cansados,
como a chimenea en invierno, el fuego pasado
y tu piel que brilla bajo los relámpagos.

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Eduardo Cote Lamus



Reseña biográfica

Poeta colombiano, nació en la ciudad de Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander en 1928.
Cursó derecho en la Universidad Javeriana de Bogotá. Fue diplomado en Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, España, país al cual viajó en 1950, ganando allí al año siguiente el premio de poesía "A la joven literatura" por su libro Salvación del recuerdo. Durante su estadía en España, Cote dictó conferencias y cátedras en varias universidades, alternando esta labor con recitales poéticos.
En 1954 fue nombrado Cónsul Auxiliar de Colombia en Frankfurt (Alemania), donde vivió tres años; durante ese lapso estudió filosofía y publicó en España su tercer libro de poemas, Los sueños (Editorial Ínsula, Madrid), por el cual llegó a ser finalista del premio anual de literatura.
Fue luego co-director de la revista Mito, con Jorge Gaitán Durán. Y ya plenamente vinculado a la política, colaboró con el Diario de Colombia. Durante la época de Mito editó dos libros más de poesía: La vida cotidiana (1959) y Estoraques (1963), sus obras de madurez. Así mismo, publicó poemas en su revista, donde apareció también su Diario del Alto San Juan y el Atrato.
Desempeñando el cargo de gobernador de Norte de Santander, falleció prematuramente en un accidente automovilístico, en 1964.