Aquellas niñas hermosas
que en suma beldad conformes,
teniendo la tez cual nieve,
tengan los ojos cual soles,
y el alma sintiendo, tiernas,
herida de mal de amores,
tanto les falte de esquivas,
cuanto de bellas les sobre,
salgan al campo conmigo
ricas de gracias, adonde
favor al mayo risueño
las brinden, con gracias dobles,
corrientes aguas los valles,
frescos doseles los bosques,
con su verdura los campos
y con su esencia las flores.
__
Oiréis sonar encontrados,
y aunque encontrados, acordes,
los enamorados trinos
de músicos ruiseñores,
cuando en sentidos acentos
mustias las tórtolas lloren,
dando en su vuelo a los aires
matices, plumas y sones.
Venid, y hagamos la rueda
llamada de los amores
(que al aprenderla de niño,
no la olvidé desde entonces).
__
Las ricas flores hollando,
y el aire hendiendo veloces,
el aire con los cabellos,
y con las plantas las flores.
Las blancas manos asiendo,
y tan blancas, que las cortes
nunca tan nítidas manos
dan a sus reyes en dote,
en torno agitad festivas
los aires murmuradores;
que yo vendaré mis ojos,
haciendo del día noche.
__
Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama,
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
habrá de nublar sus soles.
__
-¡Oh, que triste es nuestros ojos
cubrir de sombras informes,
y no sentir de los vuestros
los penetrantes arpones,
ni ver con ansias mortales
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestro talles los cortes!
Niñas, corred; que aún no escucho
con plácidas emociones
de vuestras ropas flotantes
los sutilísimos roces;
y aunque me pesa en el alma,
no siento los corazones
que muellemente se agitan
bajo esos pechos de bronce.
__
Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama!
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
tendrá que nublar sus soles.
__
Mas ¿cómo sin dar amante
a vuestro enojo ocasiones,
huís, dejándome solo,
sin advertirme por dónde,
tal que siquiera dejasteis,
pasando como ilusiones,
ni removida la arena,
ni destroncadas las flores?
Sin duda en mágico vuelo,
como celestes visiones,
entre la grama y los aires
os deslizasteis veloces,
huyendo mi fe constante,
pues vuestros pechos traidores
tienen el aire por guía,
y la inconstancia por norte.
¡Una y mil veces mal haya
quien de vuestras invenciones
amante se fía, y de ellas
la falsedad no conoce!
Y más que en tanto a la sombra
de esos altísimos robles
maldiga yo vuestro agrado,
y mis desagrados llore;
vosotras entretenidas
mirad las aguas que corren;
que bien está vuestra fe
con su inconstancia conforme,
pues no hay onda que no agiten
a cualquier viento que sople,
ni conchas que no remuevan
ni árbol ni flor que no mojen,
ni campos que no dibujen,
ni imágenes que no borren,
ni risas que no deshagan,
ni círculos que no formen.
__
Mas luego que el sol sus rayos
extienda en el horizonte,
haciendo en las nubes iris
tocando el mar de colores;
y luego que en regia pompa
parezcan a sus fulgores;
y mares de sombra los valles,
y mares de luz los montes,
vendréis a buscar frescura
cuando el calor os agobie,
y me tendréis que encontrar,
aunque no queráis entonces,
y yo a la sombra tendido
de estos altísimos robles,
no os he de dejar el puesto,
por más que tierno os adore,
ni miraré enamorado
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestros talles los cortes;
y no vendaré mis ojos,
más que en no hacerlo os enoje,
y hasta ahogaré mis suspiros,
aunque con ellos me ahogue.
Haré todo esto digo,
y más que veréis entonces,
y a fe de amante lo juro
por esas aguas que corren.
____
Ramón de Campoamor
que en suma beldad conformes,
teniendo la tez cual nieve,
tengan los ojos cual soles,
y el alma sintiendo, tiernas,
herida de mal de amores,
tanto les falte de esquivas,
cuanto de bellas les sobre,
salgan al campo conmigo
ricas de gracias, adonde
favor al mayo risueño
las brinden, con gracias dobles,
corrientes aguas los valles,
frescos doseles los bosques,
con su verdura los campos
y con su esencia las flores.
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Oiréis sonar encontrados,
y aunque encontrados, acordes,
los enamorados trinos
de músicos ruiseñores,
cuando en sentidos acentos
mustias las tórtolas lloren,
dando en su vuelo a los aires
matices, plumas y sones.
Venid, y hagamos la rueda
llamada de los amores
(que al aprenderla de niño,
no la olvidé desde entonces).
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Las ricas flores hollando,
y el aire hendiendo veloces,
el aire con los cabellos,
y con las plantas las flores.
Las blancas manos asiendo,
y tan blancas, que las cortes
nunca tan nítidas manos
dan a sus reyes en dote,
en torno agitad festivas
los aires murmuradores;
que yo vendaré mis ojos,
haciendo del día noche.
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Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama,
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
habrá de nublar sus soles.
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-¡Oh, que triste es nuestros ojos
cubrir de sombras informes,
y no sentir de los vuestros
los penetrantes arpones,
ni ver con ansias mortales
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestro talles los cortes!
Niñas, corred; que aún no escucho
con plácidas emociones
de vuestras ropas flotantes
los sutilísimos roces;
y aunque me pesa en el alma,
no siento los corazones
que muellemente se agitan
bajo esos pechos de bronce.
__
Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama!
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
tendrá que nublar sus soles.
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Mas ¿cómo sin dar amante
a vuestro enojo ocasiones,
huís, dejándome solo,
sin advertirme por dónde,
tal que siquiera dejasteis,
pasando como ilusiones,
ni removida la arena,
ni destroncadas las flores?
Sin duda en mágico vuelo,
como celestes visiones,
entre la grama y los aires
os deslizasteis veloces,
huyendo mi fe constante,
pues vuestros pechos traidores
tienen el aire por guía,
y la inconstancia por norte.
¡Una y mil veces mal haya
quien de vuestras invenciones
amante se fía, y de ellas
la falsedad no conoce!
Y más que en tanto a la sombra
de esos altísimos robles
maldiga yo vuestro agrado,
y mis desagrados llore;
vosotras entretenidas
mirad las aguas que corren;
que bien está vuestra fe
con su inconstancia conforme,
pues no hay onda que no agiten
a cualquier viento que sople,
ni conchas que no remuevan
ni árbol ni flor que no mojen,
ni campos que no dibujen,
ni imágenes que no borren,
ni risas que no deshagan,
ni círculos que no formen.
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Mas luego que el sol sus rayos
extienda en el horizonte,
haciendo en las nubes iris
tocando el mar de colores;
y luego que en regia pompa
parezcan a sus fulgores;
y mares de sombra los valles,
y mares de luz los montes,
vendréis a buscar frescura
cuando el calor os agobie,
y me tendréis que encontrar,
aunque no queráis entonces,
y yo a la sombra tendido
de estos altísimos robles,
no os he de dejar el puesto,
por más que tierno os adore,
ni miraré enamorado
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestros talles los cortes;
y no vendaré mis ojos,
más que en no hacerlo os enoje,
y hasta ahogaré mis suspiros,
aunque con ellos me ahogue.
Haré todo esto digo,
y más que veréis entonces,
y a fe de amante lo juro
por esas aguas que corren.
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Ramón de Campoamor
Reseña biográfica
Poeta español nacido en Navia, Asturias, en 1817. Gozó, en su tiempo, de gran estima y popularidad. Su obra, no obstante, no superó la revisión de valores efectuada por las generaciones del modernismo y la del 98. En cambio, refleja fielmente las corrientes intelectuales de la época, tales como el positivismo o el tradicionalismo religioso.
Aficionado a la Medicina, se matriculó en el Colegio de San Carlos, pero no tardó mucho tiempo en revelarse en Campoamor su verdadera vocación de poeta; abandonó los estudios académicos, decidido a consagrarse a la Literatura. Se pasaba largas horas en la Biblioteca Nacional leyendo y estudiando las obras de los clásicos españoles y universales. Mientras tanto frecuentaba las tertulias literarias y se había dado a conocer con la publicación de algunas poesías que merecieron elogios.
Sus primeras obras fueron un tomo de Fábulas y otros dos titulados Ternezas y flores (1840) y Ayes del alma (1842). Eran versos fáciles y sentimentales que valieron a nuestro autor el dictado de "poeta de las damas". Muy joven aún, manifestó sus ideas políticas con la publicación de una serie de cuadernos que tituló Historia crítica de las Cortes reformadoras (1837). Pronto entró en la carrera burocrática; se adscribió al partido moderado de Romero Robledo y desde tal posición luchó contra los fundamentos del partido democrático de Castelar. A fines de 1847, el conde de San Luis le nombró jefe político de Castellón de la Plana, y más tarde fue gobernador civil de Alicante y de Valencia (1584). Murió en Madrid, en 1901.
Poeta español nacido en Navia, Asturias, en 1817. Gozó, en su tiempo, de gran estima y popularidad. Su obra, no obstante, no superó la revisión de valores efectuada por las generaciones del modernismo y la del 98. En cambio, refleja fielmente las corrientes intelectuales de la época, tales como el positivismo o el tradicionalismo religioso.
Aficionado a la Medicina, se matriculó en el Colegio de San Carlos, pero no tardó mucho tiempo en revelarse en Campoamor su verdadera vocación de poeta; abandonó los estudios académicos, decidido a consagrarse a la Literatura. Se pasaba largas horas en la Biblioteca Nacional leyendo y estudiando las obras de los clásicos españoles y universales. Mientras tanto frecuentaba las tertulias literarias y se había dado a conocer con la publicación de algunas poesías que merecieron elogios.
Sus primeras obras fueron un tomo de Fábulas y otros dos titulados Ternezas y flores (1840) y Ayes del alma (1842). Eran versos fáciles y sentimentales que valieron a nuestro autor el dictado de "poeta de las damas". Muy joven aún, manifestó sus ideas políticas con la publicación de una serie de cuadernos que tituló Historia crítica de las Cortes reformadoras (1837). Pronto entró en la carrera burocrática; se adscribió al partido moderado de Romero Robledo y desde tal posición luchó contra los fundamentos del partido democrático de Castelar. A fines de 1847, el conde de San Luis le nombró jefe político de Castellón de la Plana, y más tarde fue gobernador civil de Alicante y de Valencia (1584). Murió en Madrid, en 1901.