No hay noche, no hay luna, no
hay sol cuando estoy contigo,
tiemblo de quererte tanto,
tiemblo de sentirme vivo,
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tiemblo de saber que un día
la espuma se lleva al río,
y en el corazón del hombre
se lleva al tiempo el olvido.
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No hay luz, no hay jardín, no hay
noche de otoño contigo,
¡quisiera que se acortara
el tiempo cuando te miro!
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Contigo para perderme,
para salvarme contigo,
contigo, Abril, para siempre
por los siglos de los siglos.
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Tiemblo de verme en tus ojos
sin comprender el bautismo,
contigo, Abril, primavera,
el nombre nace contigo,
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y el ser también en el seno
de tu vientre estremecido,
nieve niña y madre virgen
de mi tiempo y mi destino;
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por ti se agrupa el rebaño
por ti se doblan los trigos,
por ti los álamos tiemblan
y el mar se levanta en vilo
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como los pueblos que llevas
en la mirada perdidos
para siempre, como el tiempo
que vuelve a nacer contigo,
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contigo para salvarme,
para perderme contigo
como el beso que no sabe
sobre qué boca ha nacido.
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¡No puedo verte, no puedo
verte cuando estoy contigo!
¡No sé mirarte, no sé
mirarte, pero te sigo!
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Tuyo seré madreselva,
madre viento y madre río,
isla de ti solamente
mi nacimiento continuo,
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que estoy con dolor queriendo
lo que muero y lo que vivo,
lo que vivo y lo que muero
de tenerlo sin vivirlo.
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Ya el tiempo es sólo el espejo
donde te sueño lo mismo
que los chopos en invierno
sueñan su verdor florido.
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Luis Rosales
Reseña biográfica
Poeta y ensayista español, nacido en Granada en 1910. Perteneciente a la denominada Generación del 36, de la que, en cierto modo, fue su cabeza visible, dejó un fecundo y brillante legado poético que, a medio camino entre la hondura del sentimiento religioso y la preocupación por el lenguaje, constituye uno de los mejores exponentes de lo que Dámaso Alonso denominó "poesía arraigada" (es decir, la poesía entrañable, de hondo aliento intimista, que centra su atención en los hechos y las figuras de la cotidianidad que rodea al poeta: La familia, la amistad, el hogar, la costumbre, la rutina, etc.). Poeta de gran influencia entre las voces de los jóvenes autores de las generaciones que le sucedieron, el conjunto de su serena y cada vez más depurada producción lírica - que reaccionó en su día bruscamente contra los excesos neogongoristas de algunos de los poetas garcilasistas para postular un nuevo acercamiento a la sobriedad de los modelos clásicos - fue reconocido en 1982 con el prestigioso Premio Cervantes, el galardón literario más importante de las Letras españolas e hispanoamericanas.
Falleció en Madrid, en 1992.
