jueves, 16 de abril de 2009

La mejor copla


En el descanso de una jornada,
que si fue dura, si fue sangrienta,
por ha Victoria fue coronada,
junto a la hoguera que los calienta,
enardecidos y decidores
con fe en la vida y alma contenta,
varios soldados cantan amores,
como quien quiere buscando flores
borrar el daño de la tormenta.

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Harto seguro de su donaire,
toca uno de ellos una guitarra,
y una garganta que se desgarra
lanza esta copla, que roba el aire:

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La heridita que me han hecho
es chiquitita y es roja:
¡bendiga Dios esta herida,
que me recuerda tu boca!

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Con recios gritos y ¡oles! ardientes
al que ha cantado premia el cornillo:
porque la copla lleva a las frentes,
en su lenguaje puro y sencillo
la imagen viva de las ausentes
cuyo retrato guarda el hatillo.

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Y aun no repuestos los campeones
de esta alegría que en sentimiento
tiene anegados los corazones
cuando quejosa como un lamento
de ha vihuela siempre a los sones,
salta otra copla que roba el viento:

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Aquel base de mi madre me
dio miedo de la guerra,
y en la guerra soy valiente
por devolvérselo a ella

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¡Amor de madre! Rico tesoro
que late dentro de las entrañas,
como en el centro de las montañas
oculto el oro:
al evocarte con voz dolida,
sienten los héroes como encendida
sobre su rostro la intensa huella
de aquellos besos de despedida
que da tan sólo la boca de ella.

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En algún pecho brota un sollozo;
algunos ojos anubla el llanto;
y al advertirlo sagaz el mozo
de las cantares, por el quebranto
volver en gozo,
para la patria tiene este canto:

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Que cuál patria era su patria
le preguntaron a Dios,
y sin pararse a pensarlo,
Él dijo que era español.

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Estallan risas frescas y locas
de honda alegría;
gritan a un tiempo todas las bocas,
y amortiguando la algarabía
con su apostura serena y pía,
pasa una virgen de blancas tocas.

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Lleva en sus ojos, dulces y bellos,
por el insomnio martirizados
de amor cristiano dulces destellos;
lleva sus dedos ensangrentados,
porque amorosos tocaron ellos
en las heridas de los soldados.

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¡Amor de todos! Este as su emblema,
éste es su norte y éste su aliento,
y amando a todos viva el poema
de la ternura y el sufrimiento.

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La mira el mozo, su ardor extrema,
y con el alma puesta en su acento,
canta esta copla, que luego el viento
lleva a más alta región suprema:

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La caridad no pregunta
ni las nombres ni las tierras:
como la mar llama al río,
el llanto la llama a ella.

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Canto de penas del mundo entero,
por generoso, por lastimero,
conmueve a todos... Noble y augusta
sigue la hermana por el sendero.

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Y otro muchacho dice al coplero
con voz velada, pero robusta:
-Tengo una patria por la que muero,
tengo una novia que es un lucero,
tengo una madre cristiana y justa,
y, sin embargo, mi compañero,
ése es el canto que yo prefiero,
¡ésa es la copla que más me gusta!

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Joaquín y Serafín Álvarez Quintero



Reseña biográfica

Poetas, narradores, periodistas, pero, sobre todo, comediógrafos españoles, nacieron en Utrera y murieron en Madrid (1871-1938) (1873-1944)
Siendo todavía muy jóvenes, empezaron a escribir para el teatro, obteniendo innumerables éxitos y logrando una justa popularidad que rebasó las fronteras de España. Fueron miembros de la Real Academia de la Lengua. Colaboraron en varios periódicos y revistas tanto de España como de Hispanoamérica.
Sus poemas líricos, son agradables, alegres y llenos de ingenio, aunque fueron muy inferiores en calidad a su obra dramática. Poseyeron, ciertamente, indudable inspiración, emoción, garbo y también sentimentalismo, pero muy cercano a la sensiblería. Su modernismo es sumamente templado.