miércoles, 15 de diciembre de 2010

A mi Dios


Por derramarme sobre la frente rosadas perlas
se mecen el pino y el madroño,
por mí trinan tórtolas y mirlos,
mas yo canto por vos.

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Por vos que el canto pusisteis en mis labios,
la cítara en mis dedos,
y en mi vacío corazón la dulce fe de los abuelos
que el espíritu ensancha.

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Llenarémelo de amor para dároslo,
lo veréis entero aquí;
harémelo huerto florecido para coronaros;
¿queréis más de mí?

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¿Queréis que con vuestra Cruz haga la guerra,
la guerra del amor?
¿Que descalzo recorra toda la tierra,
buscándoos amadores?

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¿Queréis gota a gota la sangre de mis venas?
¡A chorros os la daré!
¿Mis miembros uno a uno, más entretelas?
¡Todo yo me lo arrancaré!

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Mis pensamientos, afectos y memoria
quitádmelos si queréis;
¿queréis que renuncie hasta a la Gloria?
¡Señor, no me la deis!

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Mas, ay, no queráis tanto, dulcísimo Jesús;
de quien os ha sido traidor ,
cual un amable hijo amadísimo,
quered tan sólo el amor .

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Quered que ensaye aquí los trinos
del ave del paraíso,
para hacéroslos luego más regalados
con sistro de oro feliz.

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Quered que deje las mundanas rosas
por las de eterno aroma,
que ponga los pies sobre todas las cosas,
y a Vos sobre mi corazón.

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Al Rey del cielo que a todos nos invita,
¿quién el corazón le negará?
A un Dios que ama con ese amor sin medida,
¿quién no lo querrá?

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¡Quién fuese aire de abril, del llano y de la sierra
para juntaros el incienso!
¡Quién fuese torrente, para inundar la tierra
con vuestro amor inmenso!

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Oh, si se pudiese en vuestro fuego arder,
no se diluiría tanto,
ni serían las grandezas polvo y ceniza
que el aire va aventando.

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A vuestro aliento que omnipotente la lleva
latiría como un corazón,
abriendo del vuestro a cada poco la puerta
sus latidos de amor.

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Su dulce perfume, al subir a las nubes,
deshecho llovería como miel,
y el morir tan sólo sería volar
de un cielo a otro cielo.

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Mas, ay, la tierra al canto de vuestra gloria
aún no se despierta, no;
pero cantemos; el idilio que aquí moría
ya halla en el cielo resonancia.

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La cigarra en verano, ¡pobre cigarra!,
se afana cantando,
y yerta y colgada en los romeros de un ala
suele en invierno brillar.

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Así, al ver alguien mi fosa cavada
no lejos de mi cuna,
dirá: «¡Pobre cigarra enamorada,
murió cantando al Sol!»

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Jacinto Verdaguer

Reseña biográfica

Poeta catalán nacido en Folgueroles, en 1845. Figura destacadísima de la "Renaixença" y gloria del romanticismo literario catalán. Pertenecía a una familia humilde de campesinos del llano de Vich, y de niño, el futuro poeta ayudaba a su padre en los trabajos de la tierra. Fue un muchacho travieso y hasta brutal, fuerte y reñidor, ya desde sus primeros años, pero al lado de esto alentaba en él un sentimiento de ternura, una nostalgia y suavidad que contrastaban violentamente con su rudeza.
Murió en Vallvidrera, en 1902.