jueves, 21 de agosto de 2008

Péndulo


Oscila la balanza imperturbable,
la aguja, sin hallar sosiego, queda;
si la vida, fugaz, se muestra amable
celajes de dolor traban su rueda.

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Ayer fue ya, no hay nada más que pueda
reiniciar la aventura inacabable.
Hoy, con calma, contemplo el duro sable
que me espera al final de la vereda.

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Ese nuevo mañana es todo mío,
haré que vibre y me hundiré en su abrazo
soñando eternidades no soñadas;

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y de mis venas, cual feraz rocío,
húmedo, azul, estamparé mi trazo:
las palabras de amor, resucitadas.

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Maybell Lebrón