Tus brazos
como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.
A mi lado,
como un piano de plata profunda
parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo
y organiza naufragios de peces y de vino
para la próxima estación del agua.
Luego,
mi amor bajo tu voz resbala,
mi sexo como el mundo
diluvia y tiene pájaros,
y me estallan al pecho palomas y desnudos.
Y ya dentro de ti
yo no puedo encontrarme,
cayendo en el camino de mi cuerpo,
con sumergida y tierna
vocación de espesura,
con derrumbado aliento
y forma última.
Tú me conduces a mi cuerpo,
y llego,
extiendo el vientre
y su humedad vastísima,
donde crecen benignos pesebres y azucenas
y un animal pequeño,
doliente y transitivo.
__
Ah,
si yo siquiera te encontrara un día
plácidamente al borde de mi muerte,
soliviantando con tu amor mi oído
y no retoñe...
__
Si yo siquiera te encontrara un día
al borde de esta falda
tan cerca de morir, y tan celeste
que me queda de pronto con la tarde.
__
Ah,
camarada,
cómo te amo a veces
por tu nombre de hombre
y por mi cuello en que reposa tu alma.
____
Eunice Odio
como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.
A mi lado,
como un piano de plata profunda
parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo
y organiza naufragios de peces y de vino
para la próxima estación del agua.
Luego,
mi amor bajo tu voz resbala,
mi sexo como el mundo
diluvia y tiene pájaros,
y me estallan al pecho palomas y desnudos.
Y ya dentro de ti
yo no puedo encontrarme,
cayendo en el camino de mi cuerpo,
con sumergida y tierna
vocación de espesura,
con derrumbado aliento
y forma última.
Tú me conduces a mi cuerpo,
y llego,
extiendo el vientre
y su humedad vastísima,
donde crecen benignos pesebres y azucenas
y un animal pequeño,
doliente y transitivo.
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Ah,
si yo siquiera te encontrara un día
plácidamente al borde de mi muerte,
soliviantando con tu amor mi oído
y no retoñe...
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Si yo siquiera te encontrara un día
al borde de esta falda
tan cerca de morir, y tan celeste
que me queda de pronto con la tarde.
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Ah,
camarada,
cómo te amo a veces
por tu nombre de hombre
y por mi cuello en que reposa tu alma.
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Eunice Odio
Reseña biográfica
Poeta costarricense nacida en San José en 1922.
Desde muy temprana edad se inició en la lectura de los clásicos cultivando el ensayo, la narrativa y la poesía, con una gran riqueza de los recursos líricos, para dar vuelco a las inclinaciones tradicionales de los textos bíblicos y temas tradicionales, convirtiéndola en un punto de referencia importante en el panorama literario de Centroamérica.
En 1947 ganó el Premio Centroamericano de Poesía 15 de Septiembre con su obra «Los Elementos Terrestres».
Cansada del rechazo de una sociedad urbana tradicionalista, se trasladó a México, país donde residió hasta su muerte, acaecida en 1974.
Del resto de su obra merecen destacarse «Zona en Territorio del Alba» en 1953, «El Tránsito de Fuego» en 1957, «El Rastro de la Mariposa» y «Los trabajos de la Catedral.
Poeta costarricense nacida en San José en 1922.
Desde muy temprana edad se inició en la lectura de los clásicos cultivando el ensayo, la narrativa y la poesía, con una gran riqueza de los recursos líricos, para dar vuelco a las inclinaciones tradicionales de los textos bíblicos y temas tradicionales, convirtiéndola en un punto de referencia importante en el panorama literario de Centroamérica.
En 1947 ganó el Premio Centroamericano de Poesía 15 de Septiembre con su obra «Los Elementos Terrestres».
Cansada del rechazo de una sociedad urbana tradicionalista, se trasladó a México, país donde residió hasta su muerte, acaecida en 1974.
Del resto de su obra merecen destacarse «Zona en Territorio del Alba» en 1953, «El Tránsito de Fuego» en 1957, «El Rastro de la Mariposa» y «Los trabajos de la Catedral.