¡Y
amarle pude! Al sol de la existencia
se
abría apenas soñadora el alma...
Perdió
mi pobre corazón su calma
desde
el fatal instante en que le hallé.
Sus
palabras sonaron en mi oído
como
música blanda y deliciosa;
subió
a mi rostro el tinte de la rosa;
como
la hoja en el árbol vacilé.
__
Su
imagen en el sueño me acosaba
siempre
halagüeña, siempre enamorada;
mil
veces sorprendiste, madre amada,
en mi
boca un suspiro abrasador;
y era
él quien lo arrancaba de mi pecho;
él,
la fascinación de mis sentidos;
él,
ideal de mis sueños más queridos;
él,
mi primero, mi ferviente amor.
__
Sin
él, para mí el campo placentero
en
vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin
él eran sombríos a mis ojos
del
sol los rayos en el mes de abril.
Vivía
de su vida apasionada;
era
el centro de mi alma el amor suyo;
era
mi aspiración, era mi orgullo...
¿Por
qué tan presto me olvidaba el vil?
__
No es
mío ya su amor, que a otra prefiere.
Sus
caricias son frías como el hielo;
es
mentira su fe, finge desvelo...
Mas
no me engañará con su ficción...
¡Y
amarle pude, delirante, loca!
¡No,
mi altivez no sufre su maltrato!
Y si
a olvidar no alcanzas al ingrato,
¡te
arrancaré del pecho, corazón!
____
Dolores
Veintimilla de Galindo
Reseña biográfica
Poetisa ecuatoriana
nacida en Quito. Creció en un hogar en el que todo le era propicio para ir
formándose con finura y dominio de sus atributos personales. La poesía, la
música y la pintura le tentaron graciosamente. Pero lo más legítimo de sus
experiencias íntimas halló expresión en el verso. Fue una joven bella y trágica.
O sea un alma señalada como pocas para el culto romántico. Cedió al impulso de
escribir los "Recuerdos" de su brevísima existencia, de 27 años
apenas. Por ello sabemos "que era completamente dichosa bajo la sombra
del hogar doméstico".