domingo, 31 de enero de 2010

¡Escucha, Israel!


Cuando fuimos perseguidos
fui uno de los vuestros
¿cómo seguir siéndolo
cuando os habéis vuelto perseguidores?

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Vuestro deseo fue
ser como los pueblos
que os asesinaban.
¡Bien, ya lo habéis conseguido!

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Habéis sobrevivido
a quienes os torturaban.
Y ¿no pervive hoy
su tortura en vosotros?

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¡Ven
pueblo de Israel!
¡Sal de tu injusticia!
¡Apártate de lo que te convierte
en el hazmerreír de los pueblos!

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Incluso los que a tu faz se muestran
amigos buscando su provecho
tuercen la nariz y se mofan
cuando giras la cabeza:

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"¡Ahí tenéis al pueblo de la Biblia,
sediento y ávido de venganza
como ningún otro pueblo
de este inmenso mundo ensangrentado!"

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¡Ven
pueblo de Israel!
¡Sal de tu injusticia!
No es demasiado
tarde para el cambio
aún cuando te resulte duro y costoso.
No te hace guiños ni el oro
ni te espera una inmensa fortuna.
Tu único camino
es la reparación.
Ya en tiempos
tus profetas
tuvieron para ti palabras amargas,
tampoco ellos te adularon,
y, sin embargo, tú no lapidaste a todos,
a veces escuchaste a alguno
aunque raramente por largo tiempo.

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Y bien conoces
a dónde lleva el camino de tu injusticia,
que recorres convirtiéndolo en ruta militar,
el camino de tu arrogancia
sobre el que crece más veloz,
tu angustia oculta que tu valor sincero
o el número de tus armas.

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Ya conoces el final
de quien con su palabra y quehacer
convierte a su entorno en enemigo,
si no hay mañana,
si no mañana pasado mañana,
y si no cuando tus hijos y nietos.

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Y tú sabes
qué significa sufrir y pasar miseria,
conoces por tu propia y larga experiencia
cincelada en ti,
tan grabada como los surcos y arrugas
burilados por el tiempo en tu viejo rostro.

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Reconoce al fin
el dolor de aquellos a quienes tú martirizas,
no debes regar el dolor sembrado
con nuevo sufrimiento
ni esperar a que crezca y produzca gran cosecha,
superior
a la que puedas recolectar en tu granero.

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¡Ven, viejo pueblo
antes de que sea tarde!
¡Sé razonable,
nunca es tarde para cambiar!
¿Acaso aguardas
a que las piedras angulares de tu casa
comiencen a desmoronarse bajo los impactos
y fenezcas en sus escombros?

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Erich Fried



Reseña biográfica

Poeta judío-alemán, nacido en Viena en 1921, tuvo que exiliarse a Londres en 1938 por causa de la dominación nazi.
En la capital británica, en donde residiría hasta su muerte en 1988, desarrolló una labor poética prolija, por la que recibiría numerosos premios, compaginada con una tarea de traducción de las obras teatrales de Shakespeare. Fried es autor de una obra poética extensa en la que convive el compromiso estético-político de los años sesenta y un sentimiento tan universal como el amor (con numerosas antologías de su lírica amorosa).