Por ese sumo perfume de las rosas
en cuya esencia sobre todo he creído,
sorbo tras sorbo el agridulce he bebido
de la dulzura y el acíbar de las cosas.
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Asimilando el sabor de cada herida,
cuando tuve un objetivo verdadero
me esforcé por acertar su derrotero
en el arduo aprendizaje de la vida.
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Y aunque por cierto a pesar de mis empeños
algunos sueños no fueron sino espuma
que se nutre del viento y en él se esfuma,
al mismo tiempo disfruté horas de ensueño.
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Por las cosas en que creí sin claudicar
se propaga la firmeza de mi credo,
y a la vida le doy gracias porque puedo
sonreír cada mañana al despertar.
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Ada J. Barceló de Castro