La
vida mágica se vive entera
en la
mano viril que gesticula
al
evocar el seno o la cadera,
como
la mano de la Trinidad
teológicamente
se atribula
si el
mundo parvo, que en tres dedos toma,
se le
escapa cual un globo de goma.
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Idolatremos
todo padecer,
gozando
en la mirífica mujer.
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Idolatría
de la
expansiva y rútila garganta,
esponjado
liceo
en
que una curva eterna se suplanta
y en
que se instruye el ruiseñor de Alfeo.
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Idolatría
de
los dos pies lunares y solares
que
lunáticos fingen el creciente
en la
mezquita azul de los Omares,
y
cuando van de oro son un baño
para
la tierra, y son preclaramente
los
dos solsticios de un único año.
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Idolatría
de la
grácil rodilla que soporta,
a
través de los siglos de los siglos,
nuestra
cabeza en la jornada corta.
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Idolatría
de
las arcas, que son y fueron
y
serán horcas caudinas
bajo
las cuales rinde el corazón
su
diadema de idólatras espinas.
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Idolatría
de
los bustos eróticos y místicos
y los
netos perfiles cabalísticos.
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Idolatría
de la
bizarra y música cintura,
guirnalda
que en abril se transfigura,
que
sirve de medida
a los
más filarmónicos afanes,
y que
asedian los raucos gavilanes
de
nuestra juventud embravecida.
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Idolatría
del
peso femenino, cesta ufana
que
levantamos entre los rosales
por
encima de la primera cana,
en la
columna de nuestros felices
brazos
sacramentales.
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Que
siempre nuestra noche y nuestro día
clamen:
¡Idolatría! ¡Idolatría!
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Ramón López Velarde
Reseña biográfica
Escritor mexicano nacido en Jerez, Zacatecas. Su obra poética
rompe con el modernismo y anuncia las vanguardias de comienzos del s. XX.
Publicó en vida dos únicos poemarios: La sangre devota (1916) y Zozobra (1919).
Tras su muerte, han aparecido, entre otros títulos, El son del corazón (1932),
El león y la virgen (1945), los ensayos de El don de febrero (1952) y Prosas
políticas (1953).
Falleció en México, en 1921.