Hirió
blandamente el aire
Con
su dulce voz Narcisa,
Y él
le repitió los ecos
Por
boca de las heridas.
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De
los celestiales Ejes
El
rápido curso fija,
Y en
los Elementos cesa
la
discordia nunca unida.
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Al
dulce imán de su voz
Quisieran,
por asistirla,
Firmamento
ser el Móvil,
El
Sol ser estrella fija.
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Tan
bella, sobre canora,
Que
el amor dudoso admira,
Si se
deben sus arpones
A sus
ecos, o a su vista.
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Porque
tan confusamente
Hiere,
que no se averigua,
Si
está en la voz la hermosura,
O en
los ojos la armonía.
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Homicidas
sus facciones
El
mortal cambio ejercitan;
Voces,
que alteran los ojos
Rayos
que el labio fulmina.
__
Quién
podrá vivir seguro,
Si su
hermosura Divina
Con
los ojos y las voces
Duplicadas
armas vibra.
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El
Mar la admira Sirena,
Y con
sus marinas Ninfas
Le da
en lenguas de las Aguas
Alabanzas
cristalinas:
Pero
Fabio que es el blanco
Adonde
las flecha tira,
Así
le dijo, culpando
De
superfluas sus heridas:
No
dupliques las armas,
Bella
homicida,
que
está ociosa la muerte
Donde
no hay vida.
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Sor Juana Inés de la Cruz
Reseña biográfica
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació en 12 de
noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca (México). Fue hija de
padre vasco y madre mexicana. Tocóle en suerte vivir una época en que la
literatura nacional era copia, más o menos fiel, de la española; culteranismo, estilo
que se agudiza en gongorismo; y la tendencia de los escritores de ese tiempo a
escribir únicamente en verso, la cual, por la estilización que preferían,
cuajaba en composiciones que constituían verdaderos logogríficos de intelecto:
se vestía a la idea con un ropaje enfarragoso, para luego gozar en desnudarla.
Al respecto ha dicho un autor que "en tal época hablar claro era un
pecado".
Sus obras no se han editado completas. Algunas piezas: Los
Empeños de una Casa, Sonetos, Poesías Escogidas, Autos Sacramentales, etc…, han
circulado intermitentemente, aisladas del grueso de su producción, algunas
otras se han perdido. Un Compendio de Armonía Musical. "El Caracol".