jueves, 25 de abril de 2013

Oda XVI - Contra un juez avaro



Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;

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y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;

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aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto

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no velará en tu lecho;
ni huirás la cúita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía

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del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera

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y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora

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del Tiempo hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.

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Fray Luis de León



Reseña biográfica

Poeta español nacido en Granada, en 1527. Desde joven se consagró a la iglesia, y tomó el hábito de san Agustín, habiendo ingresado en el convento de Salamanca, en el cual profesó el 29 de enero de 1544.
En dicha ciudad siguió sus estudios con gran éxito y aplauso, habiendo sido graduado en teología en 1561, para al siguiente año ganar por oposición la cátedra entonces llamada de Durando, y algún tiempo después la de Sagradas Escrituras.
Fue considerado como uno de los más sabios hombres de su tiempo, y no sin razón, pues conocía a fondo las lenguas orientales, y sus estudios abarcaban todo el campo del saber humano de entonces.
Mas este saber estuvo a punto de perderle, pues sus enemigos le acusaron de haber traducido al castellano el Cantar de los Cantares, cuando los cánones de entonces prohibían las traducciones de los libros santos a la lengua vulgar; y fue procesado por la inquisición de Valladolid como sospechoso en materia de fe, encerrado cinco años en la cárcel de la dicha jurisdicción, al cabo de los cuales logró demostrar la falsedad de lo alegado por sus enemigos, y fue puesto en libertad.
Volvió a su cátedra, y el primer día que se sentó en ella, después de los cinco años de prisión, ocurrió una anécdota muy graciosa: Tenía el maestro fray Luis la costumbre de recapitular cada día lo explicado el anterior, e invariablemente comenzaba con la sacramental frase: Decíamos ayer... Pues el día en que volvió a su cátedra, después de los famosos cinco años de ausencia, también comenzó con el acostumbrado: Decíamos ayer...
Dentro de la orden de agustinos desempeñó importantes puestos, habiendo llegado hasta a ser nombrado provincial. Mas no desempeñó nunca dicho cargo, pues la muerte le sorprendió en Madrigal, a los sesenta y cuatro años de edad, en 1591.