Aunque
en ricos montones
levantes
el cautivo inútil oro;
y
aunque tus posesiones
mejores
con ajeno daño y lloro;
__
y
aunque cruel tirano
oprimas
la verdad, y tu avaricia,
vestida
en nombre vano,
convierta
en compra y venta la justicia;
__
aunque
engañes los ojos
del
mundo a quien adoras: no por tanto
no
nacerán abrojos
agudos
en tu alma; ni el espanto
__
no
velará en tu lecho;
ni
huirás la cúita y agonía,
el
último despecho;
ni la
esperanza buena en compañía
__
del
gozo tus umbrales
penetrará
jamás; ni la Meguera ,
con
llamas infernales,
con
serpentino azote la alta y fiera
__
y
diestra mano armada,
saldrá
de tu aposento sola una hora;
y ni
tendrás clavada
la
rueda, aunque más puedas, voladora
__
del
Tiempo hambriento y crudo,
que
viene, con la muerte conjurado,
a
dejarte desnudo
del
oro y cuanto tienes más amado;
y
quedarás sumido
en
males no finibles y en olvido.
____
Fray
Luis de León
Reseña biográfica
Poeta español
nacido en Granada, en 1527. Desde joven se consagró a la iglesia, y tomó el
hábito de san Agustín, habiendo ingresado en el convento de Salamanca, en el
cual profesó el 29 de enero de 1544.
En dicha ciudad
siguió sus estudios con gran éxito y aplauso, habiendo sido graduado en
teología en 1561, para al siguiente año ganar por oposición la cátedra entonces
llamada de Durando, y algún tiempo después la de Sagradas Escrituras.
Fue considerado como
uno de los más sabios hombres de su tiempo, y no sin razón, pues conocía a
fondo las lenguas orientales, y sus estudios abarcaban todo el campo del saber
humano de entonces.
Mas este saber
estuvo a punto de perderle, pues sus enemigos le acusaron de haber traducido al
castellano el Cantar de los Cantares, cuando los cánones de entonces prohibían
las traducciones de los libros santos a la lengua vulgar; y fue procesado por
la inquisición de Valladolid como sospechoso en materia de fe, encerrado cinco
años en la cárcel de la dicha jurisdicción, al cabo de los cuales logró
demostrar la falsedad de lo alegado por sus enemigos, y fue puesto en libertad.
Volvió a su
cátedra, y el primer día que se sentó en ella, después de los cinco años de
prisión, ocurrió una anécdota muy graciosa: Tenía el maestro fray Luis la
costumbre de recapitular cada día lo explicado el anterior, e invariablemente
comenzaba con la sacramental frase: Decíamos ayer... Pues el día en que volvió
a su cátedra, después de los famosos cinco años de ausencia, también comenzó
con el acostumbrado: Decíamos ayer...
Dentro de la orden
de agustinos desempeñó importantes puestos, habiendo llegado hasta a ser
nombrado provincial. Mas no desempeñó nunca dicho cargo, pues la muerte le
sorprendió en Madrigal, a los sesenta y cuatro años de edad, en 1591.