Rosario,
dinamitera,
sobre
tu mano bonita
celaba
la dinamita
sus
atributos de fiera.
Nadie
al mirarla creyera
que
había en su corazón
una
desesperación,
de
cristales, de metralla
ansiosa
de una batalla,
sedienta
de una explosión.
__
Era
tu mano derecha,
capaz
de fundir leones,
la
flor de las municiones
y el
anhelo de la mecha.
Rosario,
buena cosecha,
alta
como un campanario
sembrabas
al adversario
de
dinamita furiosa
y era
tu mano una rosa
enfurecida,
Rosario.
__
Buitrago
ha sido testigo
de la
condición de rayo
de
las hazañas que callo
y de
la mano que digo.
¡Bien
conoció el enemigo
la
mano de esta doncella,
que
hoy no es mano porque de ella,
que
ni un solo dedo agita,
se
prendó la dinamita
y la
convirtió en estrella!
__
Rosario,
dinamitera,
puedes
ser varón y eres
la
nata de las mujeres,
la
espuma de la trinchera.
Digna
como una bandera
de
triunfos y resplandores,
dinamiteros
pastores,
vedla
agitando su aliento
y dad
las bombas al viento
del
alma de los traidores.
____
Miguel Hernández
Reseña biográfica
Poeta español nacido en Orihuela, Alicante, en 1910.
Hijo de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de pastor
de cabras. Guiado por su amigo Ramón Sijé, se inició en la poesía desde los
veinte años; publicó su primer libro «Perito en lunas» en 1933 y
posteriormente, los sonetos agrupados en «El rayo que no cesa», marcaron la
experiencia amorosa del poeta.
Durante la guerra civil militó muy activamente en el bando
republicano como Comisario de Cultura, siendo encarcelado y condenado a muerte
al terminar el conflicto. Antes de morir, enfermo y detenido, publica su última
obra, «Cancionero y romancero de ausencias».
Falleció en 1942.