Era el mes que aplicaba sus teorías
cada vez que un amor nacía en torno
cediendo dócil peso y calorías
cuando por caridad ya para adorno
en beneficio de esos amadores
que hurtan siempre relámpagos y flores.
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Ella llevaba por vestido combo
un proyecto de arcángel en relieve.
Del hombro al pie su línea exacta un rombo
que a armonizar con el clavel se atreve.
A su paso en dos lunas o en dos frutos
se abrían los espacios absolutos.
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Amor amor, obesidad hermana,
soplo de fuelle hasta abombar las horas
y encontrarse al salir una mañana
que Dios es Dios sin colaboradoras
y que es azul la mano del grumete,
¡amor amor amor! De seis a siete.
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Así con la mirada en lo improviso
barajando en la mano alas remotas
iba el galán lacrándole el aviso
de plumas blancas casi gaviotas
por las calles que huelen a pintura
siempre buscando a ella en cuadratura.
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Y vedla aquí equipando en jabón tierno,
globos que nunca han visto las espumas,
vedla extrayendo de su propio invierno
la nieve en tiras la pasión en sumas
y en margaritas que pacerá el chivo
su porvenir listado en subjuntivo.
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Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante.
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«A ti la bella entre las iniciales,
la más genuina en tinta verde impresa,
a ti imposible y lenta cuando sales
tangente cuando el céfiro regresa,
a ti envío mi amada caravana
larga como el amor por la mañana.
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Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados,
si más difícil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas.
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Luna en el horno tibio de aburridas
bien inflada de un gas que silba apenas,
contempla mis rodillas doloridas
así no estallen tus mejillas llenas,
contempla y dime si hay otro infortunio
comparable al desdén y al plenilunio.
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Y tú inicial del más esbelto cuello
que a tu tacto haces sólida la espera
no me abandones, no. Yo haré un camello
del viento que en tus pechos desaltera
y para perseguir tu fuga en chasis
yo te daré un desierto y un oasis.
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Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina.
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina.
Yo peces te traeré (entre crisantemos)
tan diminutos que los dos lloremos.
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Para ti el fruto de dos suaves nalgas
que al abrirse dan paso a una moneda.
Para ti el arrebato de las algas
y el alhelí de sálvese el que pueda
y los gusanos de pasar el rato
príncipes del azar en campeonato.
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Príncipes del azar. Así el tecleo
en ritmo y luz de mecanografía
hace olvidar tu nombre y mi deseo,
tu nombre que una estrella ama y enfría.
Príncipes del azar gusanos leves
para pasar el rato entre las nieves.
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Pero tú voladora no te obstines.
Para cantar de ti dame tu huella.
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella.
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama»
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Y resumiendo el amador su dicho,
recogió los suspiros redondeles
y abandonado al humo del capricho
se dejó resbalar por dos rieles.
Una sesión de circo se iniciaba
en la constelación decimoctava.
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Gerardo Diego
Reseña biográfica
Poeta español nacido en Santander en 1896.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto y posteriormente en las de Salamanca y Madrid, donde se doctoró. Fue catedrático de Lengua y Literatura en el Instituto de Soria, y sucesivamente enseñó la misma asignatura en los Institutos de Gijón, Santander y Madrid. Participó con Juan Larrea y Vicente Huidobro en el movimiento creacionista.
Obtuvo el Premio Cervantes de Literatura y fue miembro de la Real Academia de la Lengua hasta su muerte en 1987.
Su obra se inició en 1920 con «El romancero de la Novia », y continuó con numerosas publicaciones entre las que se destacan, «Manual de Espumas» 1924, «Poemas Adrede» 1932, «Ángeles de Compostela» 1940, «Amor solo» 1958, «Nocturnos de Chopin» 1962, «La Fundación del Querer» 1970 y «Carmen Jubilar» 1973.