Andaluces
de Jaén,
aceituneros
altivos,
decidme
en el alma, ¿quién,
quién
levantó los olivos?
__
No
los levantó la nada,
ni el
dinero, ni el señor,
sino
la tierra callada,
el
trabajo y el sudor.
__
Unidos
al agua pura
y a
los planetas unidos,
los
tres dieron la hermosura
de
los troncos retorcidos.
__
Levántate,
olivo cano,
dijeron
al pie del viento.
Y el
olivo alzó una mano
poderosa
de cimiento.
__
Andaluces
de Jaén,
aceituneros
altivos,
decidme
en el alma, ¿quién
amamantó
los olivos?
__
Vuestra
sangre, vuestra vida,
no la
del explotador
que
se enriqueció en la herida
generosa
de sudor.
__
No la
del terrateniente
que
os sepultó en la pobreza,
que
os pisoteó la frente,
que
os redujo la cabeza.
__
Árboles
que vuestro afán
consagró
al centro del día
eran
principio de un pan
que
sólo el otro comía.
__
¡Cuántos
siglos de aceituna,
los
pies y las manos presos,
sol a
sol y luna a luna,
pesan
sobre vuestros huesos!
__
Andaluces
de Jaén,
aceituneros
altivos,
pregunta
mi alma, ¿de quién,
de
quién son estos olivos?
__
Jaén,
levántate brava
sobre
tus piedras lunares,
no
vayas a ser esclava
con todos
tus olivares.
__
Dentro
de la claridad
del
aceite y sus aromas,
indican
tu libertad
la
libertad de las lomas.
____
Miguel Hernández
Reseña biográfica
Poeta español nacido en Orihuela, Alicante, en 1910.
Hijo de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de pastor
de cabras. Guiado por su amigo Ramón Sijé, se inició en la poesía desde los
veinte años; publicó su primer libro «Perito en lunas» en 1933 y
posteriormente, los sonetos agrupados en «El rayo que no cesa», marcaron la
experiencia amorosa del poeta.
Durante la guerra civil militó muy activamente en el bando
republicano como Comisario de Cultura, siendo encarcelado y condenado a muerte
al terminar el conflicto. Antes de morir, enfermo y detenido, publica su última
obra, «Cancionero y romancero de ausencias».
Falleció en 1942.