Mío
es el mundo: como el aire libre,
otros
trabajan porque coma yo;
todos
se ablandan si doliente pido
una
limosna por amor de Dios.
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El
palacio, la cabaña
son
mi asilo,
si
del ábrego el furor
troncha
el roble en la montaña,
o que
inunda la campaña
el
torrente asolador.
__
Y a
la hoguera
me
hacen lado
los
pastores
con
amor.
Y sin
pena
y
descuidado
de su
cena
ceno
yo,
o en
la rica
chimenea,
que
recrea
con
su olor,
me
regalo
codicioso
del
banquete
suntüoso
con
las sobras
de un
señor.
__
Y me
digo: el viento brama,
caiga
furioso turbión;
que
al son que cruje de la seca leña,
libre
me duermo sin rencor ni amor.
Mío
es el mundo como el aire libre…
__
Todos
son mis bienhechores,
y por
todos
a
Dios ruego con fervor;
de
villanos y señores
yo
recibo los favores
sin
estima y sin amor.
__
Ni
pregunto
quiénes
sean,
ni me
obligo
a
agradecer;
que
mis rezos
si
desean,
dar
limosna
es un
deber.
Y es
pecado
la
riqueza,
la
pobreza
santidad,
Dios
a veces
es
mendigo,
y al
avaro
da
castigo,
que
le niegue
caridad.
__
Yo
soy pobre y se lastiman
todos
al verme plañir,
sin
ver son mías sus riquezas todas,
qué
mina inagotable es el pedir.
Mío
es el mundo: como el aire libre…
__
Mal
revuelto y andrajoso,
entre
harapos
del
lujo sátira soy,
y con
mi aspecto asqueroso
me
vengo del poderoso,
y a
donde va, tras él voy.
__
Y a
la hermosa
que
respira
cien
perfumes,
gala,
amor,
la
persigo
hasta
que mira,
y me
gozo
cuando
aspira
mi
punzante
mal
olor.
Y las
fiestas
y el
contento
con
mi acento
turbo
yo,
y en
la bulla
y la
alegría
interrumpen
la
armonía
mis
harapos
y mi
voz:
__
Mostrando
cuán cerca habitan
el
gozo y el padecer,
que
no hay placer sin lágrimas, ni pena
que
no traspire en medio del placer.
Mío
es el mundo; como el aire libre…
__
Y
para mí no hay mañana,
ni
hay ayer;
olvido
el bien como el mal,
nada
me aflige ni afana;
me es
igual para mañana
un
palacio, un hospital.
__
Vivo
ajeno
de
memorias,
de
cuidados
libre
estoy;
busquen
otros
oro y
glorias,
yo no
pienso
sino
en hoy.
Y do
quiera
vayan
leyes,
quiten
reyes,
reyes
den;
yo
soy pobre,
y al
mendigo,
por
el miedo
del
castigo,
todos
hacen
siempre
bien.
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Y un
asilo donde quiera
y un
lecho en el hospital
siempre
hallaré, y un hoyo donde caiga
mi
cuerpo miserable al espirar.
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Mío
es el mundo: como el aire libre,
otros
trabajan porque coma yo;
todos
se ablandan, si doliente pido
una
limosna por amor de Dios.
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José
de Espronceda
Reseña biográfica
Poeta español
nacido en Almendralejo, en 1808. Hijo de una familia hidalga de fuerte
raigambre militar, estudió con Alberto Lista, de quien se convirtió en
aventajado discípulo. Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y por
la actividad política, aficiones ambas que definirían su carrera futura. En
1823, y a raíz de la ejecución del general Riego, fundó, junto a Patricio de la Escosura , una sociedad
secreta en pro de la libertad cuyos jóvenes miembros se hacían llamar los
Numantinos. La represión política que siguió al trienio liberal motivó su
encierro en un convento de Guadalajara, donde emprendió la redacción de Don
Pelayo, poema épico de corte neoclásico que dejó inacabado.
A su muerte,
acontecida súbitamente en Madrid, 1842, era considerado el mejor poeta español
del momento, amén de un político de prometedora trayectoria. Ello motivó que su
entierro, en el que se dieron escenas de hondo dolor popular, fuera uno de los
actos más multitudinarios de la época.